| 
                   Foto: http://www.eforobolivia.org/ 
                    
                  HERMANO GARCIA VESPA 
                  ( Bolívía ) 
                    
                  Poeta, diplomata, embaixador na URSS.   
                    Libros:  "Vindimia espiritual", Santa  VCruz, 1965; "Los Ríos Peregrinos", La Paz, 1976. 
                  Faleceu em 14 de  fev. de 2012.  
                    
                  TEXTO EN ESPAÑOL –  TEXTO EM PORTUGUÊS 
                    
                  
                  BEDREGAL,  Yolanda.  Antología de la poesia boliviana. La Paz: Editorial Los Amigos del Libro, 1977.  627 p.   13,5x19 cm.   
                    Ex. bibl. Antonio Miranda 
                    
                  POEMA DEL HOMBRE Y DE LA TIERRA 
                     
                        Este hombre de la selva bravía, 
                      de la llanura indómita, 
                      de los ríos de sangre y de silencio. 
                      Este el domador de los surazos, 
                      de las inundaciones, 
                      del caimán homicida que tiene los ojos como ascuas. 
   
                      Este es el hombre de las manos de  remo, 
                      hecho de soledad, de boa, de tromba, 
                      de infinito, 
                      carretero de todos los caminos, 
                      gitano del violín de las horas sin sueño. 
                      Este es el rumbeador de las picadas 
                      sin sol de la siringa. 
                      Hombre fuerte, 
                      que eres árbol, alma y piedra, 
                      vorágine, torrente, greda e lágrimas, 
                      hondero de la luna, 
                      color a tierra y viento, 
                      paisaje inacabable de milagro. 
                      ¡Este es el hombre engendrador de auroras! 
                      Yo lo he visto en el alba 
                      arreando hacia la abras del peligro 
                      la torada cerril de la esperanza. 
   
                      Tu biografía está aquí, sobre este  mar 
                      caliginoso y verde, 
                      lleno de musgo y hojas, de lagartos filósofos, 
                      de almendra que madura en el cielo, 
                      donde los lagos son una inmensa 
                      constelación de estrellas. 
   
                      Tú eres el hombre de las espaldas  anchas 
                      de horizontes. 
                      Yo te he visto domando la cachuelas 
                      salvajes del Mamoré y el Beni; 
                      y eres al mismo tiempo Dios, 
                      espuma, palizada, 
                      brixna y ola, 
                      en una lucha líquida y fantástica 
                      de la vida y la muerte. 
                      Tus ojos ya están ebrios de tantas lejanías. 
                      Tus brazos ya está hartos de aprisionar crepúsculos. 
   
                      Es ya la hora que tus músculos  tensos 
                      puestos de pie, 
                      disparen hacia el sol 
                      el flechazo flamígero del rayo 
                      si eres hombre engendrador de auroras! 
   
                     
                  LOS RIOS PEREGRINOS 
                     
                    Los ríos peregrinos, el viento entre las hojas, 
                      los labriegos curvados sobre el surco, 
                      el torrente que salta entre las breñas. 
   
                      la savia que sube de las raíces a las  gloriosas yemas, 
                      las mariposas en eclosíón de crisálidas, 
   
                      la lluvia en el cántaro de la nube, 
                      las golondrinas que llaman a oración en las campanas, 
   
                      y  en medio del augusto silencio de la tarde, 
                      sólo el milagro de tu imagen, madre. 
 
                    
                  A  LA HORA DEL CREPUSCULO 
                     
                    A la hora del crepúsculo 
                      cuando es el sol alegoría del fuego 
                      y las campanas tañen relicarios 
                      de viento, el me habló así: 
                  
                    - Ciertamente,  hijo mío,
 
                      siento la más profunda compasión 
                      por los hombres.  Cómo me hieren 
                      con su odio, sus armas infernales, 
                      sus guerras pavorosas. 
                       
                      — Son los mismos de ayer.  Otra vez  haciéndome 
                      cargar la cruz de la injusticia, 
                      horadando mi costado 
                      con el hierro del aprobio, 
                      ofendiendo mi sed con el vinagre del escarnio, 
                      coronando mi frente con las espinas 
                      del vicio y el vejamen. 
                       
                      Y calló.  En su gesto hubo 
                      un poco de ternura, cansancio y esperanza. 
                       
                      Sus labios se plegaron 
                      con expresión al mismo tiempo 
                      amarga y dulce. 
                       
                      Bajó los ojos, lo miré… 
                      Y lloraba. 
                       
                      Era Dios. 
                   
                    
                  TEXTO EM PORTUGUÊS 
                    Tradução de ANTONIO MIRANDA 
                    
                  POEMA DO HOMEM E DA TERRA 
                     
                       Este homem da selva bravia, 
                      da planície indômita, 
                      dos rios de sangue e de silêncio. 
                      Este é o domador dos surazos1*, 
                        das inundações, 
                        do jacaré  homicida que tem os olhos como  brasas. 
   
                        Este é o homem das mãos de remo, 
                        feito de solidão, bom significado, de tromba, 
                        de infinito, 
                        carreteiro de todos os caminhos, 
                        cigano do violino das horas sem sono. 
                        Este é da rumba das picadas 
                        sem  sol de seringa. 
                        Homem forte, 
                        que és árvore, alma e pedra, 
                        voragem, torrente, argila e lágrimas, 
                        cortador de lua, 
                        cor de terra e vento, 
                        paisagem interminável de milagre. 
                        Este é o homem desovador de auroras! 
                        Eu o vi durante a aurora 
                        arreando até lugares do perigo 
                        a tourada limitada de esperança. 
   
                        Tua biografía está aqui, sobre este  mar 
                        tenebroso e verde, 
                        cheio de musgo e folhas, de lagartos filósofos, 
                        de amêndoa que amadurece no céu, 
                        onde os lagos são una imensa 
                        constelação de estrelas. 
   
                      Tú és o homem das costas amplas   
                  de horizontes. 
                    eu te avistei domando guisados 
                    selvagens do Mamoré e do Beni; 
                    e és ao mesmo tempo Deus, 
                    espuma, espancamento, 
                    cheiro e onda, 
                    numa luta líquida e fantástica 
                    da vida e a morte. 
                    Teus olhos já estão ébrios de tantas distâncias. 
                    Teus braços já estão fartos de aprisionar crepúsculos. 
   
                    Já é hora para que teus músculos  tensos 
                    postos em pé, 
                    disparem até o sol 
                    o flechaço flamejante do raio 
                    se eres homem desovador de auroras! 
   
                    
                  *1 No outono e no inverno chegam do Pacífico  Sul, massas de ar polar que penetram o sul-americano continente e é canalizado  através dos Andes. 
                    
                  OS RIOS PEREGRINOS 
                     
                    Os rios peregrinos, o  vento entre as folhas, 
                      os trabalhadores curvados sobre o sulco, 
                      a torrente que salta entre as brenhas. 
   
                      a seiva que sai das raízes às  gloriosas gemas, 
                      as borboletas em eclosão de crisálidas, 
   
                      a chuva no cântaro da nuvem, 
                      as andorinhas que evocam a oração nos sinos, 
   
                      e no meio do augusto silêncio da tarde, 
                      somente o milagre de tua imagem, mãe. 
                    
                  À HORA DO CREPÚSCULO 
                     
                    À  hora do crepúsculo 
                      Quando o sol é alegoria do fogo 
                      e os sinos  tangem relicários 
                      de vento, ele me falou assim: 
                  
                    - Certamente, filho meu,
 
                      sento a mais profunda compaixão 
                      pelos homens.  Como me ferem 
                      com se ódio, suas armas infernais, 
                      suas guerras pavorosas. 
                       
                    — São os mesmos de antes.   Outra vez  
                    - Fazendo-me
 
                      carregar a cruz da injustiça, 
                      furando minhas costas 
                      com o ferro ol opróbio, 
                      ofendendo minha sede com o vinagre do escárnio, 
                      coroando minha fronte com os espinhos 
                      do vício e o vexame. 
                       
                      E calou.  Em sseu  gesto havia 
                        um pouco de ternura, cansaço e esperança. 
                         
                        Seus lábios se fechavam 
                        com uma expressão ao mesmo tempo 
                        amarga e doce. 
                         
                        Baixou os olhos, observei-o… 
                          E chorava. 
                           
                          Era Deus. 
                   
                    
                  * 
                     
                    VEJA e LEIA outros poetas da BOLÍVIA em nosso Portal: 
   
                  http://www.antoniomiranda.com.br/Iberoamerica/bolivia/bolivia.html  
                    
                  Página publicada em julho de 2022 
                    
                
  |